domingo, 22 de enero de 2012

Tanzania II: Tarangire


Jirafa Masai (Giraffa camelopardalis) en Tarangire. Tanzania.
7 vértebras cervicales, sólo siete, como todos los mamíferos (excepto manatíes y perezosos). Cuando un adulto suelta una gilipollez y tú eres un niño de 12 años, te lo crees sin la más mínima duda. Cierto que no tienes argumentos para rebatirlo, y el principio de autoridad cae sobre una losa sobre cualquier atisbo de escepticismo infantil. Además, parece hasta lógico, como lógico parece que la tierra no se mueva. Así que, crecí creyendo que las jirafas tenían 10 vertébras en su cuello, ni más ni menos. La Jirafa (Giraffa camelopardalis) se presta a los muchos mitos que sobre ella se han escrito. El bicho se las trae: cuello largo, desgarbada, apariencia de torpe...
Para dirimir cuestiones de este tipo, interesantes aspectos de la biología evolutiva, tuve la gran fortuna de leer al malogrado Stephen Jay Gould. En "El Pulgar del Panda", S.J. Gould expone de forma muy didáctica -como siempre- las homologías. Por poner otro ejemplo, también me viene a la memoria cómo, en uno de los capítulos de la serie "La vida en la Tierra" (Life on Earth) titulado Temas y Variaciones, el gran D.Attenborough trató, si acaso de forma más divulgativa, las homologías. Si hago estas referencias es porque no hay nada como poder aproximar cualquier tema sobre una base razonada bien explicada, así evitas tener que asumir, por jerarquía, autoridad ó tradición, afirmaciones sin sentido. Las homologías ayudan a entender la evolución. Muestran cómo, partiendo de un "modelo", evolucionan variaciones adaptativas diversas, pero sin abandonar el modelo original. Si, por convergencia evolutiva, se alcanza un órgano con la misma función que otro evolucionado de forma independiente, se conoce como analogía.

Una de las ilustraciones más comunes para explicar las homologías.
Las vértebras cervicales de la Jirafa pueden ser más largas que las de cualquier otro cordado, pero siguen el patrón de los mamíferos y son siete (en el caso de otras vértebras la cosa se complica). Para mi, la jirafa siempre me ha resultado uno de los animales más originales de la sabana, sino el que más, y sin duda uno de los más darwinistas... (¿cuántas veces es nombrada como ejemplo de la selección natural?). En Tarangire pudimos tener una buena dosis de encuentros con estos rumiantes, de los más exquisitos (por lo selectivos que son con la comida) de África.

Turaco Enmasacarado (Corythaixoides personatus).
¡Work Harder!, ¡Drink Lager! si, si, las tórtolas africanas saben inglés. Sólo dos cortas frases, pero que valen para todo el día. Por la mañana, bajo el sol abrasador tanzano, en los tendidos de la luz, cómodamente posadas, ajenas a la implacable insolación, indiferentes a la extrema sequedad de junio en Tarangire, se mofan de los peones camineros en sus trabajos de mantenimiento en estas descuidadas carreteras diciendo insistentemente Work Harder, Work Harder (trabaja más duro). Pero al terminar la jornada, y llegado el momento de tomar unas cervezas antes de retirarse, igual de repetitivo, continúan las tórtolas con su Drink Lager, Drink Lager (bebe cerveza rubia). Tienen guasa... Me hubiera gustado ilustrar este comentario con las fotos de una Tórtola de El Cabo (Streptopelia capicola) que fotografiamos aquella fria mañana de junio, cuando abandonamos el lodge en dirección al lago Manyara y que nos recordó esta anécdota Sudafricana. En su defecto, os dejo aquí otra foto de un ave para mi de gran simpatía y que, como la tórtola, también tiene un rasgo que le confiere una personalidad especial. Se trata de este Turaco Enmasacarado (Corythaixoides personatus), conocido en inglés por el nombre de "Go-away-bird" (traducción libre: Pájaro lárgate) y llamado así por jugar un papel similar al de nuestras Urracas (pica pica) en la península. Así es, estas aves delatan la presencia de los predadores de forma ruidosa, incluidos los cazadores humanos, costumbre que les ha granjeado muy mala prensa entre estos.
Gavilán Chikra (Accipiter badius). Tarangire. Tanzania.
Antes de alcanzar la amplia meseta herbácea que bordea el parque por el este y dónde tuvimos la enorme fortuna de ver a un Serval (Leptailurus serval) acechar a los pajarillos granívoros que, afanosamente, se alimentan entre las altas hierbas y donde fuimos acribillados por centenares de moscas tse-tse que no nos dieron tregua en kilómetros... atravesamos un bonito bosque que nos permitió observar, junto al precioso Gavilán Chikra (Accipiter badius) y al Turaco, entre otras, especies tan notables como este Águila Marcial (Polemaetus bellicosus), que terminaba de devorar una Pintada Común (Numida meleagris) y de la que todavía se pueden ver en el pico de la rapaz las plumas de la desdichada pintada. Las plumitas de la pintada caían sobre nuestro vehículo como gotas postrimeras de una tormenta de verano.
Águila Marcial (Polemaetus bellicosus) sobre Acacia. Tarangire. Tanzania.

Corredor Escamoso Chico (Smutsornis africanus). Tarangire. Tanzania.

La sorpresa reptiliana del día: una inquietante Víbora Bufadora (Bitis arietans) cruza con lentitud la pista a nuestro paso. Posiblemente la mayor responsable de muertes por picadura de serpiente en África, pese a compartir hábitat con la letal Mamba Negra (Dendroaspis polylepis), la más venenosa de África.
Víbora Bufadora (Bitis arietans). Tarangire. Tanzania.
Camino a Manyara, atravesamos varios poblados masais, donde los niños se encargaban del cuidado de su más preciada posesión: el ganado. Vacas y, en menor medida, cabras, formaban la mayor parte de los rebaños.
Dejamos el parque conocido como el jardín de los Baobas (Adansonia digitata) con el deseo de volver para poder explorar con más calma este precioso parque, abundante en aves y fauna en general, donde reside el raro Gerenuc (Litocranius walleri), interesante homología de la Jirafa que no tuvimos la fortuna de observar.

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